Hay un límite en el amor y ese límite se llama DIGNIDAD. Comprendo que el amor, en su concepto más amplio y en su interpretación más universal también significa perdonar, pero no es aplicable cuando el perdón se otorga a cambio de chantaje.
Las mujeres fuertes no perdonan dos veces a quien las lastima tres, porque comprenden que existe una frontera entre la integridad personal y las intenciones del otro. Por más amor que haya entre dos personas, sin importar el tiempo y las experiencias que sostengan esa historia, cuando hay dolor, traición, golpes en el cuerpo y el alma, perdonar NO es una opción.
¿Crees que negarme a seguir siendo blanco de tus ofensas es un capricho? Puedes pensarlo si quieres, pero no pasaré ni un día más siendo víctima tuya ni de nadie. Hoy decido ponerme en el sitio número uno de mi lista de prioridades y no dejar que nadie me quite ese lugar.
Por pensar que el afecto y los detalles eran suficientes para compensar los malos tratos, el desinterés y la traición, dejé de ser yo misma para convertirme en una extensión tuya, sin voz, sin voluntad, sin libertad alguna.
Pasé por alto tantas fallas, un sinfín de errores intencionados, una lista interminable de dolorosas acciones que me empeñé en justificar como descuidos, pero ya no más, dejaste pasar tu oportunidad para corregir tus fallas, para aceptar tus equivocaciones y ahora me has perdido.
La primera vez te perdoné porque te amaba, pero al segundo golpe comprendí que hay personas que nunca cambian aunque así lo prometan, porque son egoístas, porque creen que uno estará siempre ahí, sin importar qué tan mal lo pase.
Dicen que el valiente llega hasta donde el cobarde quiere y he comprobado que ninguna mujer nace siendo cobarde y que mucho menos debería serlo a lado de un hombre, porque la vida es corta y efímera y no deberíamos desperdiciar nuestra existencia junto a una persona que no ofrece lo mismo que recibe.
Hoy me despido de ti, no con angustia en el corazón sino llena de tranquilidad y fuerza, fuerza para seguir adelante, para superarme a mí misma, pero sobre todo para AMARME a mí misma.